El Paisaje en el Romanticismo

 


EL PAISAJE EN
 EL ROMANTICISMO



(Acantilados blancos en Rügen, Caspar David Friedrich, 1818)

“Qué terrible es el silencio de lo inmenso, cuando la naturaleza se alza con las montañas al cielo”. J.M. William Turner.

A continuación vamos a conocer el paisaje en el Romanticismo, concretamente el sublime, lo haremos primero poniéndonos en contexto y haciendo un recorrido por sus diferentes temáticas, por los objetivos de los artistas románticos e incluso por el uso del color. Además veremos a sus principales artistas y algunas de sus obras.

El romanticismo es un movimiento artístico que se caracteriza por expresar los sentimientos frente a la razón. Este movimiento se considera un arte onírico, aquel que intenta reproducir el ambiente de los sueños.

Contextualmente hablando, hasta el siglo XVIII el paisaje fue un género menos valorado en la pintura respecto a otros, anteriormente se quedó en un segundo plano. Los artistas huyeron de los talleres y salieron a trabajar a la naturaleza dando lugar al paisaje romántico volviéndolo así un género con mayor importancia.

Hasta entonces reinaban las ideas clasicistas de belleza para determinar lo bello. Una parte del paisaje romántico, rompe con lo anterior y lo sublime destaca ante lo bello. En lo sublime, la belleza se entiende cómo emociones intensas y éxtasis divino. Cabe destacar que Burke define lo sublime como «[...] aquello que tiene el poder de hacernos evocar y destruirnos», frente a lo bello, que es «[...] aquello bien formado y placentero» (1987: 94). Si la belleza es «lisa y pulida», lo sublime o grande es «áspero y negligente» (Burke, 1987: 94). Para comprender mejor la diferencia entre lo bello y lo sublime, adjunto este breve vídeo a modo de explicación.

Academia Play. (2016, 20 abril). Bello vs. Sublime [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/ watch?v=PxrAOnLN9oM



Es decir, la belleza y lo sublime son lo opuesto entre sí y la idea de sublime va unida de la libertad, en este caso de expresión, pues, los artistas románticos conseguían deleitarse en aquello que sus instintos debían encontrar temible, y esto estaba por encima de aquello que a simple vista era agradable. Las temáticas más recurrentes en el paisaje sublime son: la noche, las montañas, el mar o incluso la muerte, la cual se representa como una posibilidad de realizar el viaje al más allá. Además cuenta con escenarios que al mismo tiempo transmiten seducción y temor como son algunos fenómenos de la naturaleza (tormentas, naufragios), lugares salvajes e infinitos (montañas, bosques, mares y océanos) y espacios misteriosos (la noche, el sueño o la muerte).
 
A los románticos les gustaba recurrir a la noche y sus dominios, ya que era un espacio sin censura
 dónde representar el inconsciente y los sueños sin ataduras. Así pues, lo romántico alude a la noche y lo clásico al día.
Como ejemplo, Füssli en La pesadilla, representa la noche de una manera tenebrista y erótica a la vez. En esta obra aparece una mujer dormida desde un punto de vista oblicuo, poseída por un íncubo, es decir, un demonio que se posa encima de la víctima que está durmiendo para tener relaciones sexuales. La víctima vive la experiencia como un sueño sin poder despertarse, vive una pesadilla.

Otro artista, como representación de la noche en sus obras es Friedrich. En la obra Dos hombres observando la luna, plasma una noche mucho más nostálgica en comparación a la obra de Füssli. Esta obra transmite otras sensaciones a pesar de que no deja de ser el tema de la noche. Débil a la posición de los personajes, la composición del cuadro, el encuadre del paisaje y sobre todo por la iluminación.

Por añadidura, la luna tiene una decisiva importancia iconológica en la Noche romántica. Jean Paul identifica simbólicamente el inconsciente, y el poeta Ludwig Tieck lo eleva a la categoría de la espiritualidad. Entre los paisajistas, la luna sirve para expresar el claroscuro de la vida.

Por otro lado, otro elemento de gran importancia en el paisaje era la montaña. El individuo siente soledad por estar en la cima. En la antigüedad, la montaña era un lugar salvaje y virgen donde el hombre deja a un lado la civilización, así como también la cima era el punto donde la tierra y el cielo se conectan y donde el individuo y la divinidad se unen. Cabe decir, que muchos románticos llegaron a abandonar la religión tradicional y su idea de un dios omnipresente. El paisaje sublime guarda el secreto de un dios inmanente, un dios en el interior de uno mismo.
Por ejemplo, Turner trabaja las montañas en su obra Aníbal cruzando los Alpes. El dualismo está
presente. Lo cercano y lo lejano, «[...] cuerpo y alma, lo terrenal y lo espiritual [...]» (Wolf, 2007: 50).

En otro orden de ideas, el mar, y concretamente la marea en su estado más puro (el mar abierto) ha sido representado como uno de los miedos del ser humano ya que lo separa de su entorno natural por ser un lugar desconocido y con mucha falta de exploración. Aun así, el peligro que representa es el desafío para probar nuestro valor o nuestra superioridad ante la naturaleza.

De nuevo, Turner recurre al mar como escenario para la tragedia en El naufragio, una obra impregnada de dramatismo, en esta obra las fuerzas de la naturaleza se muestran destructivas para el hombre. 

En cuanto al color, era utilizado como forma de expresión y como medio ara transmitir las emociones del artista. Normalmente empleaban una gama cromática fría y oscura. Por ejemplo, los cielos eran oscuros y nublados, los fondos con fuertes sombras y mayoritariamente oscuros, el color rojo se solía usar para los atardeceres o para la ropa.

Buscaban la luz y la atmósfera en la naturaleza, consiguiendo tonos brillantes a través de diluir los oscuros con los blancos.

Algunos artistas empleaban trazos superpuestos y con pequeñas manchas como Delacroix, o grandes trazos cómo Turner.

Desde mi punto de vista, el paisaje romántico fue un gran descubrimiento para los artistas del momento y sirvió como medio de expresión y de comunicación, como para nuestra sociedad lo son las nuevas tecnologías y las redes sociales, o incluso los emoticonos.
La naturaleza para los románticos fue una vía de escape para sus sentimientos y les ayudó mucho formalmente y personalmente. Se enfrentaron a sus miedos, entre otras cosas, a través de la pintura. También arriesgaron con el color que hasta entonces no era para nada así y la gama cromática comenzó siendo oscura y tenebrosa. A pesar de los pocos recursos que tenían los artistas para expresarse, no lo pudieron hacer mejor que recurriendo a la pintura.
Sus emociones han sido percibidas a lo largo de la historia y a muchos artistas les ha servido como inspiración en sus obras.
 
Por ende, el romanticismo va a suponer una reivindicación del paisaje y va a romper con lo convencional. La naturaleza se ofrece como medio para transmitirnos emociones, estados de ánimo, deseos, pasiones, miedos y el reflejo de nuestro alma, de nuestro ser.
Paralelamente el pasaje va a ser un camino de expresión para comprender su profundo significado y tendrá cómo objetivo atribuirle simbolismo a la naturaleza. Se considera que la pintura de paisaje pretende ayudar a realizar ese “viaje deseado” hacia tu interior o al más allá. Predomina el ansia y anhelo de retornar a la naturaleza de un pasado que no se puede recuperar, por este motivo, el artista romántico se encuentra insatisfecho ya que vive en la burbuja de fantasía de que aquello que ambiciona es real. El romanticismo, en concreto lo romántico, muestran la resistencia a la razón y pasan a coincidir con la pintura como un medio expresivo. Los románticos van a mostrar sus emociones más profundas como: la soledad, el miedo, sus deseos y pasiones, el anhelo y la esperanza.

Para concluir, lo sublime recoge al paisaje como un lugar para lo trascendental y uno de las mayores herencias que el Romanticismo nos ha dejado en la historia del arte


Bibliografía y webgrafía:

María Ruiz Lozano

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